Así lo demostró ayer asistiendo por primera vez al Molinón, para presenciar el partido que enfrentó al once local, y único equipo asturiano en la división de honor, con el equipo capitalino.
La victoria, además merecida, fue para los gijoneses que no venían arrastrando precisamente su mejor racha.
Lo sentimos por su excelencia reverendísima, pero lógicamente nos alegramos por Gijón y por su equipo, que ayer, como siempre, contó con el incondicional apoyo y calor de miles de gijoneses, muchos de ellos, por cierto, además católicos.
Fotografía del diario El Comercio
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