miércoles, 27 de junio de 2012

EMPIEZA EL JUEGO DE LAS SILLAS, Y GIJÓN EN EL MEDIO

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Si hace unos días, y en tono claramente humorístico, hacíamos referencia a la “mayonesa veraniega” de los próximos nombramientos parroquiales y diocesanos, parece que no ha hecho falta esperar mucho para que empiece a rodar este peculiar baile o juego de la silla.

Aunque las ediciones locales de la prensa periódica guardan, por ahora, un espeso silencio, no sucede lo mismo con otras informaciones capitalinas, que arrojan sobrados indicios sobre decisiones que afectarán, sin lugar a dudas, a templos y parroquias gijonesas. Lean si no esta noticia, publicada por la edición local de un no menos ovetense diario, en la que se anuncia ya una sonada “tangana”, y esto ni siquiera ha empezado, en la céntrica parroquia de San Juan el Real por la marcha de su vicario (vulgo coadjutor), Rvdo. D. Alvaro Iglesias Fueyo, según los rumores, a la Basílica gijonesa del Sagrado Corazón. Estas mismas fuentes sitúan al actual párroco del Cristo de las Cadenas, que dejaría por ello vacante esta parroquia, como nuevo párroco de San Juan el Real.

Y aunque la noticia periodística no lo diga, los rumores insistentes ya en Gijón y en los mentideros diocesanos, apuntan a que D. Alvaro no se trasladará a nuestra villa como un sacerdote más del Sagrado Corazón, sino nada menos que como nuevo rector de la Basílica local. Algo que sorprende por varios motivos. En primer lugar porque, sin restarle méritos ni virtudes a la persona de D. Alvaro, no suele ser común que un casi perpetuo coadjutor (casi cuarenta años en el cargo) de el salto de un día para otro al puesto de Rector de una de las escasas Basílicas Pontificias de la diócesis, y la única de la localidad más poblada de la región.

El segundo, y no menos importante, porque ello conllevaría, lógicamente, la previa remoción del actual Rector, Rvdo. D. Julián Herrojo. Remoción que no deja de sorprender por muchos y variados motivos. Habiendo sido él la figura clave, junto con el anterior Arzobispo, D. Carlos Osoro, en la atribución al templo de su carácter basilical, y sobre todo en la eficaz y titánica tarea de salvar a este hermoso y emblemático (por diversos y sobrados motivos) edificio gijonés de su ruina material, devolviéndole su esplendor artístico y espiritual, resulta llamativo su rápido traslado. Sin apenas tiempo para disfrutar de los frutos de su ímprobo y meritorio esfuerzo, por el que los católicos gijoneses de recta intención le estaremos eternamente agradecidos. Por lo que, aunque nos duela, no podemos dejar de señalar que el inminente traslado, que preferiríamos no ver confirmado, conlleva irremediablemente una buena dosis de cicatería, sino claramente de ingratitud, a la hora de reconocer su servicio y dedicación.

La sorpresa aumenta porque tampoco puede obviarse, y de hecho diversas fuentes consultadas por este blog  así lo han confirmado, la sospecha de que la medida puede responder también a las presiones del declinante (¿y dónde no lo está?), aunque todavía influyente, “sector progre” del clero afincado en Gijón (que no gijonés, ya que casi ninguno de sus integrantes ostenta este origen), que, tratando de imponer a la toda la ciudad sus peculiares puntos de vista eclesiales y pastorales, han visto siempre con recelo, y de soslayo, al puntal de ortodoxia, fidelidad al magisterio eclesial, y cuidada liturgia, que (recogiendo por otra parte el testigo de los “jesuitas ignacianos” que regentaron el templo desde su construcción hasta su traspaso a la diócesis) supo construir y mantener el primer Rector de la Basílica local.

Los rumores apuntan, además, a la posibilidad de que el nuevo destino de D. Julián pudiera ser una parroquia del Arciprestazgo de Oviedo, como la ya señalada vacante del Cristo de las Cadenas o similar. En cuyo caso, y todo hay que decirlo, ni siquiera se ha tenido la finura y elegancia de recurrir a la costumbre eclesial del “promoveatur ut amoveatur” (promover a fin de remover).

Los rumores apuntan también a inminentes nombramientos en otras importantes parroquias gijonesas, como las de San Julián de Somió, La Calzada, o San Miguel de Pumarín, cuya cobertura podría igualmente provocar cambios en otras parroquias locales.

Vaya en cualquier caso nuestro reconocimiento al todavía Rector de la Basílica local, a quien, otros méritos aparte, Gijón nunca le agradecerá ni premiará lo suficiente sus desvelos y eficacia. Y al aire lanzamos nuestro deseo, fundadamente no realizable, de que todos estos rumores resultaran finalmente falsos e infundados.

Y como punto final a este comentario un acertado consejo evangélico de San Pablo: “sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien” (Romanos 8, 28).

3 comentarios:

  1. No sólo las presiones del llamado "sector progre", parece que la influencia de Alvarez Garaya y Los Patos ha sido decisiva. Y el decididor asumiendo a pies juntillas los dictados

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  2. Celebro que, después que estos últimos años los hayan pasado como el perro y el gato, finalmente las parroquias de San José y San Pedro hayan hecho las paces. No puedo celebrar que el precio de esta paz sea el prestigio y la fama de un compañero y menos aún que , al día siguiente de hacer las paces se nos presenten como modelos de convivencia y colaboración. El párroco de San José perdió una buena ocasión de mostrar la categoría, el compañerismo y la caridad que su cargo requeriría.

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  3. Uno de los peores pecados del catolicismo es la envidia, pues de eso han pecado los bien llamados curas progres, es una pena que las parroquias de San Jose y San Pedro se pusieran de acuerdo para expulsar de la Basilica del Sagrado Corazón a un sacerdote que tanto bien hizo por Gijón, claro que no es este el primer caso, el actual responsable de San Pedro fue el que se encargo, seguro que con no muy buenas artes, fuera expulsado al exilio aquel recordado sacerdote D.Jose Luis, la envidia es mala, hoy D. Jose Luis esta en el Santuario de Covadonga y quien quiso ser Obispo pero no lo consiguio continua en una parroquia de Gijón, muy marinera por cierto. Señores sacerdotes sean progres o no hay que ser mas humildes, y no presumir de querer hacer de la Iglesia de San Pedro un museo de arte, la fé hay que ganarsela con humildad y no gastando muchisimo dinero en cosas muy precindibles, seguro que esas personas que ahora estan pasando mil calamidades no van a la iglesia para ver esas obras de ¿Arte?, irán pero a pedir a la puerta para poder comer.

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