Al fin, y tiempo era ya, se ha anunciado la fecha y el lugar previsto para la presentación del nuevo Arzobispo de Oviedo, D. Jesús Sanz Montes, a los fieles del arciprestazgo más poblado de la diócesis, el de Gijón. Será el 7 de marzo, III domingo de la Cuaresma, a las 18.00 h de la tarde, en una Misa que tendrá como escenario la iglesia parroquial de San José, según se ha dicho por ser esta parroquia la sede del eventual Arcipreste, D. Adolfo Mariño.
GC quiere felicitarse públicamente por este anuncio, e invitar a todos sus lectores y seguidores a sumarse a esta celebración, brindando, junto a todos los fieles de Gijón, una cálida acogida a nuestro nuevo Pastor.
Dicho esto, y con tanto respeto como asombro, no podemos dejar de mostrar nuestra extrañaza por algunas de las circunstancias que envolverán este acto. La primera, y ya la hemos denunciado en repetidas ocasiones, la excesiva tardanza con la que se ha previsto una presentación que se producirá, Dios mediante, con más de un mes de retraso respecto a la toma de posesión del nuevo Arzobispo. Lo que no puede decirse que sea ningún modelo de agilidad ni presteza, sobre todo en relación con las últimas presentaciones de Arzobispos en nuestra ciudad.
En segundo lugar tampoco deja de ser sumamente chocante el escenario elegido para la celebración que servirá como presentación del nuevo Arzobispo en Gijón. ¿Se imaginan ustedes que en su primera visita a Covadonga, el Arzobispo hubiera celebrado la Misa en la parroquia de Cangas de Onís, por ser cabeza del Arciprestazgo, en lugar de hacerlo en la basílica del Real Sitio?. ¿Se les pasa por la cabeza que en lugar de tomar posesión en la basílica-catedral de Oviedo, el Sr. Arzobispo se hubiera presentado en la capital del Principado iniciando su ministerio en la parroquia del Arcipreste de turno en ese momento?. ¿Les parecería lógico, por irnos a comparaciones más sencillas y menos clericales, que una persona que tiene casa propia en la ciudad que visita se aloje en un hotel?. Tenemos al menos la suerte de que el actual Arcipreste de Gijón ocupe una parroquia céntrica, de fácil acceso, y adecuadas dimensiones para un acto como este. ¿Se imaginan que el Arcipreste fuera, por poner un ejemplo nada descabellado, el párroco de Castiello de Bernueces?. Pues a aquella parroquia rural, bella sin duda, debiéramos dirigirnos todos los fieles gijoneses en ese caso, de seguir el criterio que algunas mentes preclaras han querido hacer prevalecer. ¿Se hubiera usado este mismo criterio tan sólo hace unos años, cuando la sede del Arcipreste era la discreta parroquia de San Nicolás en El Coto?, permítannos que los dudemos seriamente.
Resulta que, desde hace unos cuantos años, Gijón tiene un templo con rango de basílica sin coartantes límites de jurisdicción vinculados a zonas territoriales del arciprestazgo. Resulta que su conversión en basílica fue promovida activamente por el Arzobispo de Oviedo, que desde entonces la ha venido usando como sede de sus celebraciones litúrgicas más importantes en la ciudad (baste recordar por ejemplo la Misa de apertura de la última visita pastoral al Arciprestazgo), y también, y hasta ahora, como lugar para la ubicación de su despacho permanente en la ciudad. Resulta que, tan sólo hace unos meses, la basílica ha recuperado todo su esplendor, tras ingentes obras de restauración, realizadas gracias al esfuerzo económico de numerosos gijoneses adscritos a diferentes parroquias de la ciudad, del propio obispado de Oviedo, y la generosa colaboración de instituciones públicas y privadas (Gobierno del Principado de Asturias, Ayuntamiento de Gijón, Caja Madrid). Y por tanto resulta sumamente extraño, y sorprendente, que el escenario natural para un acto como el que nos ocupa no haya sido el elegido; prefiriendo, sin embargo, a una simple parroquia a la que se sitúa, además por ser la elegida, en desagradable competencia con las numerosas parroquias que coexisten en el arciprestazgo. ¿Por qué ésta y no otra?, habida cuenta, para más “inri”, de la debilidad del argumento con que se pretende justificar la elección.
También resulta evidente que no cabe achacar la responsabilidad de lo que, sin duda, estimamos un error al nuevo Arzobispo, quien aún en el supuesto de ser el autor de la decisión, la habría tomado dejándose guiar por el criterio de sus más inmediatos colaboradores; ya que no parece verosímil pensar que en este momento pueda disponer de la experiencia, ni de la información sobre el arciprestazgo, sus parroquias y templos, que resultaría necesaria para decantarse con criterio formado por uno u otro lugar.
Lo mismo que nos consta personalmente, y gracias a Dios dice mucho a su favor, que tampoco ha habido el más mínimo intento del actual Arcipreste de Gijón por inclinar la balanza a favor de su parroquia, algo que , en el mejor de los casos y por razones más que evidentes, le coloca en una posición bastante incómoda.
Por todo lo expuesto, y siempre desde el máximo respeto, lamentamos tener que constatar una vez más, porque no es la primera vez que lo hacemos, que algunos de los consejos dados al nuevo Arzobispo de Oviedo por sus colaboradores son francamente mejorables, y que evidencian en ocasiones un preocupante desconocimiento de la realidad sobre la que se pronuncian.
Cierto es que en esta ocasión se trata de algo secundario, el lugar y el momento elegido, frente al hecho principal y más destacable, por el que debemos felicitarnos, como es la proximidad y cercanía de un nuevo Pastor a los fieles de nuestra ciudad. Que sin duda será lo más relevante el próximo 7 de marzo. Pero tampoco podemos obviar que, a veces, los detalles secundarios son sumamente reveladores de algunas carencias, obsesiones, "engatadas", y maniobras dignas de mejor empeño.
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