En el año 1950 Gijón estrenaba su nueva custodia procesional de plata, obra del conocido orfebre sevillano Fernando Marmolejo Camargo. Tras la pérdida, en la guerra civil, de la custodia procesional del abad de Santa Doradía, fue posible reponer este vacío gracias, fundamentalmente, a las gestiones realizadas por Hermenegildo Rodríguez, que era en aquel momento Hermano Mayor de la entonces “Hermandad del Santo Entierro y de la Misericordia”. Hoy, sesenta años después, y en vísperas de que aquella custodia recorra de nuevo las calles de Gijón, traemos a nuestra página el inspirado romance que D. Hermenegildo dedicó a la nueva custodia en aquel ya lejano año de 1950.
Dieciocho campanillas
van pregonando la gloria del
Divino Sacramento
que pasea en su carroza.
Dieciocho lenguas de plata
que los amores pregonan
del Rey del Amor, que pasa
majestuoso en su Custodia.
Custodia la de San Pedro
de plata y piedras preciosas:
oro de los corazones,
brillantes que el pecho adornan,
coral de labios que rezan
y perlas de ojos que lloran;
plata de la luna nueva
y oro del sol en la aurora.
Camina el Rey bendiciendo
con sus manos dadivosas,
mientras van las campanillas
tocando toca que toca,
columpiándose en el aire
gráciles como palomas.
Risas son las campanillas
de ángeles que se alborozan
al ver entre plata y oro,
coral y piedras preciosas,
la majestad imponente
de Dios, que va en su Custodia.
Custodia la de San Pedro;
campanillas de la gloria.
De los racimos de uva
y espigas de trigo, brotan
sabores de eucaristía
perfumados con aromas
de incienso, entre las candelas
que arden sobre la Custodia.
Ahí va en su trono de plata
Amor engarzado en joyas,
y al verle pasar, temblando,
coral de mis labios brota
en una oración de plata,
y perlas mis ojos lloran.