Resulta triste comprobar como los abusos litúrgicos continúan campando a sus anchas en muchos de nuestros templos, y desgraciadamente también en algunos templos y parroquias de Gijón. No entramos a valorar la intencionalidad de los responsables de estas prácticas. Seguramente actúan con tanta buena fe como ignorancia demuestran. Pues efectivamente comportamientos de esta naturaleza no hacen más que evidenciar que, a pesar de sus años y experiencia, algunos aún no han llegado a comprender cuál es la verdadera esencia y sentido de la liturgia.
Por ello se hace necesario denunciar estas irregularidades, que limitan y violan además el derecho de los fieles de acceder a una liturgia auténticamente católica, tal y como es celebrada y querida por la Iglesia de Cristo. A este respecto nos limitamos a reproducir, por su interés, algunos de los epígrafes de la Instrucción “Redemptionis Sacramentum” (Sobre algunas cosas que se deben observar o evitar acerca de la Santísima Eucaristía), del venerable siervo de Dios Juan Pablo II, de 19 de marzo de 2004.
“No está permitido omitir o sustituir, arbitrariamente, las lecturas bíblicas prescritas ni, sobre todo, cambiar «las lecturas y el salmo responsorial, que contienen la Palabra de Dios, con otros textos no bíblicos» (número 138).
“La sagrada Liturgia está estrechamente ligada con los principios doctrinales,[25] por lo que el uso de textos y ritos que no han sido aprobados lleva a que disminuya o desaparezca el nexo necesario entre la lex orandi y la lex credendi.[26]”
“El Misterio de la Eucaristía es demasiado grande para que alguien pueda permitirse tratarlo a su arbitrio personal, lo que no respetaría ni su carácter sagrado ni su dimensión universal».[27] Quien actúa contra esto, cediendo a sus propias inspiraciones, aunque sea sacerdote, atenta contra la unidad substancial del Rito romano, que se debe cuidar con decisión,[28] y realiza acciones que de ningún modo corresponden con el hambre y la sed del Dios vivo, que el pueblo de nuestros tiempos experimenta, ni a un auténtico celo pastoral, ni sirve a la adecuada renovación litúrgica, sino que más bien defrauda el patrimonio y la herencia de los fieles. Los actos arbitrarios no benefician la verdadera renovación,[29] sino que lesionan el verdadero derecho de los fieles a la acción litúrgica, que es expresión de la vida de la Iglesia, según su tradición y disciplina”.
“Todos los fieles cristianos gozan del derecho de celebrar una liturgia verdadera, y especialmente la celebración de la santa Misa, que sea tal como la Iglesia ha querido y establecido, como está prescrito en los libros litúrgicos y en las otras leyes y normas (32)”.
Y concluimos esta llamada de atención con unas esclarecedoras palabras del actual Papa, Benedicto XVI: “El culto no puede nacer de la imaginación humana porque sería un “grito en la oscuridad o una simple autoafirmación”.
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