Una Basílica de Gijón, abarrotada de jóvenes y fieles, fue el escenario principal de los actos organizados hoy en la villa con motivo de la presencia de la Cruz y el Icono de la Virgen María, regalado por Juan Pablo II a todos los jóvenes del mundo en 1984, y que desde entonces peregrina por todo el mundo y preside las Jornadas Mundiales de la Juventud.
A última hora de la tarde tuvo lugar la santa Misa, presidida por el Obispo auxiliar del Arzobispo de Oviedo, monseñor Berzosa. En su sentida homilía recordó a los jóvenes la frase del escritor y pensador francés Charles Péguy: “tener la verdad es empezar a sufrir, defender la verdad es empezar a morir”. Y evocando las palabras del Papa Benedicto XVI, en su reciente mensaje con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Madrid el próximo año, animo a los jóvenes a ir contra corriente y seguir a Cristo.
Acompañaron en el altar al Obispo el Arcipreste de Gijón, Rvdo. Adolfo Mariño, y varios sacerdotes concelebrantes.
Una vez más destacó, por su brillante intervención, la Escolanía de Gijón, dirigida por el Maestro de Capilla de la Basílica, Rvdo. Emilio García.
En el reportaje que les ofrecemos pueden contemplar: la Cruz y el Icono colocados en el presbiterio de la Basílica, la procesión de entrada en medio de un templo abarrotado, la plegaria eucarística, una vista de la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús con la Cruz de la Juventud en primer plano, momento en que la Cruz es colocada en el centro del templo, y la multitud que se agolpa en una larga cola para poder venerar la Cruz.
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