Numerosos medios destacan hoy la llamada de atención realizada por el Santo Padre, Benedicto XVI, a los sacerdotes de todo el mundo, durante su tradicional audiencia de los miércoles celebrada ayer (5 de mayo) en Roma.
Una llamada que también debe ser recibida por los sacerdotes españoles, y por aquellos que realizan sus tareas pastorales en nuestro Arciprestazgo de Gijón.
El Papa, con su habitual agudeza y capacidad de diagnóstico, ha puesto el dedo en la llaga, al afirmar que "En las últimas décadas ha habido una tendencia a hacer prevalecer en la identidad y en la misión del sacerdote, la dimensión del anuncio, separándola de la de la santificación, a menudo se ha dicho que es necesario superar una pastoral meramente sacramental. El ministro ordenado representa a Cristo, el Enviado del Padre, en su presencia, continúa su misión a través de la Palabra y el sacramento, que son los dos pilares fundamentales del servicio sacerdotal. Es necesario reflexionar si en algunos casos, el haber minusvalorado el ejercicio fiel del "munus sanctificandi", no haya quizá representando una debilitación de la misma fe en la eficacia salvífica de los sacramentos y, en definitiva, en el obrar de Cristo y de su Espíritu, a través de la Iglesia, en el mundo".
Añadió que "es importante, por tanto promover una adecuada catequesis para ayudar a los fieles a comprender el valor de los sacramentos, pero también es necesario, siguiendo el ejemplo del Santo Cura de Ars, estar disponibles y atentos y ser generosos para donar a los hermanos los tesoros de la gracia que Dios ha puesto en nuestras manos, y de los que no somos los "dueños", sino custodios y administradores. Especialmente en nuestro tiempo, en el que, por una parte, parece que la Fe debe se debilita y, por otra, hay una profunda necesidad y una búsqueda general de espiritualidad, es necesario que cada sacerdote recuerde que en su misión, el anuncio misionero y el culto nunca se separan y promueva un sano ministerio sacramental para formar al Pueblo de Dios y ayudarlo a vivir plenamente la liturgia, el culto de la Iglesia, los sacramentos como dones gratuitos de Dios, actos libres y eficaces de su acción de salvación".
El Papa concluyó alentando a todos los sacerdotes a vivir con alegría y amor el culto y la liturgia, e invitándoles “a volver al confesionario, como lugar en que celebrar el sacramento de la Reconciliación, pero también como lugar en que "habitar" más a menudo, para que el fiel pueda encontrar misericordia, consejo y consuelo, sentirse amado y comprendido por Dios y experimentar la presencia de la Misericordia divina, junto a la presencia real en la Eucaristía".
En la fotografía uno de los confesionarios neogóticos de la parroquia gijonesa de San Lorenzo mártir, obra del taller compostelano de Cagide.
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