La solemnidad y el desbordamiento de todas las previsiones de asistencia fueron las notas más destacadas de la Misa con la que hoy se reabrió al culto la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, de Gijón. El hermoso templo de la calle Jovellanos se quedó pequeño para el gran número de gijoneses que quisieron asistir a la celebración, y que aguardaron desde mucho antes de su comienzo, e incluso antes de la apertura de sus puertas.
La solemnidad se vio realzada en lo musical con la intervención del coro británico Tenebrae, que cantó la Misa Ego flos campi, del español Juan Gutiérrez de Padilla, y el Salve Regina del mismo autor, mientras se incesaba la venerada imagen de la Virgen de Covadonga, tras lo cual recibieron los parabienes del público.
Presidió la celebración el administrador diocesano de Oviedo, Rvdmo. D. Raúl Berzosa, acompañado por el Obispo de Ciudad Rodrigo, el asturiano Atilano Rodríguez, quien fuera el primer rector del templo tras su traspaso a la diócesis en 1998. Les acompañaban concelebrando varias decenas de sacerdotes del arciprestazgo y de otras localidades de la diócesis. La reciente designación de monseñor Sanz Montes como Arzobispo de Oviedo fue evocada en la monición de entrada, y en la oración de los fieles.
Concluido el santo Sacrificio las sentidas palabras del rector de la Basílica, Rvdo. D Julián Herrojo, merecieron el espontáneo y caluroso aplauso de los asistentes.
El canto del Christus Vincit fue el broche de oro para un día histórico para la comunidad católica gijonesa.
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